No hay nada tan sencillo y a la vez tan complejo como una correa.
Cuando me introduje en el mundo del paseo de perros me enseñaron a usar la correa para dar tirones. Aflojando, tirando. La correa formaba parte de un mundo construido sobre el miedo y el dolor.
Para alejarse lo más posible de ese mundo, empezaron a utilizar correas de tres metros, y pobre de ellos si la tensaban. El intento de hacer creer al perro que no, la correa no era una herramienta de control e inhibición. Y si el perro te siguió, una lluvia de comida..
Así que nos encontramos con perros perdidos a tres metros de distancia, enfrentándose solos al mundo. Los perros siguen sin ser escuchados, pero se atiborran de comida.
Y mientras los amantes de los perros discutían sobre collares, arneses y correas, en el mundo real los propietarios compraban correas flexibles y de 50 cm con resorte y seguían intentando utilizar la correa para controlar a sus perros. De poco ha servido, ya que el "tire del plomo..." sigue figurando en prácticamente todos los folletos publicitarios.
¿Qué es una correa?
Depende.
Depende de quiénes seamos, del significado que le demos, de lo que queramos del perro cuando esté atado a nosotros.
Desde luego, no es la libertad. El perro no es tonto, sabe que está atado.
¿Es mejor tres metros que uno? Yo (rara vez) tengo el plomo prácticamente en el mosquetón. Cuando acortó la correa, mi perro sabe que tiene menos libertad. Se siente seguro. Ambas cosas, aunque no lo crean, no son la antítesis.
Dado que la correa es una evidente restricción de la libertad, quiero que mi perro sepa que yo elijo intencionalmente si la mantengo más larga o más corta.
Es más corto donde mi perro tiene menos herramientas hacia el entorno, podría estar en peligro, podría ser un peligro. Para mí es como llevar al perro de la mano y guiarlo en las dificultades.
La correa para mí es tener más responsabilidad hacia mi perro, porque mi perro depende totalmente de mis decisiones. La correa para mí es algo que me une a mi perro, que nos convierte en una extraña bestia bicéfala, con cada uno de nosotros en parte siguiendo, en parte guiando, y sobre todo comunicándose entre sí.
No es un saco de patatas que hay que arrastrar, ni un enemigo que hay que aniquilar.
La correa debe unir dos mentes, no sólo dos cuerpos.
texto de Alexa Capra
Fotos de Daniele Robotti e Alexa Capra
Traducción Laura Azor Laurazor